El cambio que he realizado en mi vida, de empresario a Coach de jóvenes, puede parecer sorprendente por la disparidad entre ambas profesiones. Sin embargo tiene su explicación y todo está conectado a una interesante historia. Hubo un tiempo en que creí que mientras más me esforzara podría alcanzar todos mis sueños, la realidad es que se necesita más que esfuerzo en la vida, hay que creer que es posible alcanzar lo que te propones, hay que tener determinación, estar enfocado en tu objetivo siempre, y sobre todo tener optimismo, comprender que lo que te sucede en la vida es para aprender y regalarte la oportunidad de ser mejor.
Sé que es fácil de pronto decirlo, pero vivirlo es muy complicado, es allí donde tu Fe juega un papel muy importante. Cuando tengo oportunidad de estar en conferencias con jóvenes, algunos me preguntan cómo llegue a estar compartiendo mis experiencias y ayudando a jóvenes a construir sus sueños.
Y la respuesta es, Dios lo tenía planeado, yo no. Así como lo lees, yo tenía un plan diseñado de ser un gran empresario y fue por donde caminé durante los últimos 25 años de mi vida, mi experiencia empresarial incluye hasta ser entrenador de perros, esto se los contaré en otro momento.
El objetivo de ser empresario de alguna manera lo ligaba a tener riquezas económicas. Un día mi padre me preguntó para qué quería tener dinero, y fue por primera vez que busqué una respuesta y llegué a la conclusión de que lo que realmente me gustaba era crear oportunidades, específicamente en la interacción con personas, sin embargo este deseo, este camino, estaba totalmente alejado de mis realizaciones en esos momentos.
Así que esa búsqueda incansable en lugares equivocados de alguna manera me producía una sensación de que todo lo que hacía al final no valía la pena, era como si observara el futuro a través de unos lentes muy sucios que no me permitían vislumbrar la hermosa vida que tenía adelante.
Cuando uno vive esta experiencia en gran escala produce en tu interior ansiedad, frustración, incomprensión, tristeza y por último un sinsabor de la vida. Es cuando cualquier cosa que te sugieren que te de una leve esperanza de salir de esa situación lo aceptas, fue la oportunidad de Dios para intervenir y mostrarme un nueva vida, me regaló la esperanza que no tenía, fue limpiar mis lentes para ver un mundo de oportunidades, lo que viví produjo lo quellamé un quiebre espiritual, que de alguna manera sin pensarlo me conectó con los jóvenes, descubriendo en ellos una oportunidad para impactar el mundo. En ellos descubrí dinamismo, creatividad y un
nuevo enfoque, me hicieron ver realmente mi propósito de vida, el descubrir, que los fallos que viví en mi vida, han sido una gran bendición, porque me han permitido rediseñar la vida que siempre quise, que siempre busqué y que no encontraba. Estoy seguro que tú puedes estar viviendo una vida parecida y estoy convencido en que puedes hacer lo mismo, date la oportunidad, no hay barrera tan grande, ni hoyo tan profundo, ni montaña tan inalcanzable que no pueda ser superada por el poder de soñar y creer que todo es posible.